Hoy tenemos un estupendo y maravilloso egotrip, de un individuo que no es otro que Fred Durst (el cantante de Limp Bizkit), que por sus huevos morenos ha tenido que escribir y dirigir este despropósito. También protagoniza y produce John Travolta, que aporta el toque cómico no con su personaje en sí, sino con todo el esfuerzo interpretativo que realiza durante toda esta puta mierda, en ocasiones sobreactuado, pero siempre al límite… e interpretando a un borderline, sencillamente fantástico. La película ha sido un completa fiasco, en su estreno en Estados Unidos recaudó tan solo 3100$. ¿A que suena maravilloso? Pues lo es.
Empieza la película, Travolta entra en una tienda de memorabilia de celebridades de Hollywood, su primera frase, la primera frase de toda la película es “No tengo tiempo para hablar, tengo que hacer caca”… Toda una declaración de intenciones de lo que nos espera. El dependiente de la tienda es experto en venderle cualquier mierda, pero en este caso es una chupa que un actor usó durante el rodaje de una película de vampiros bastante mala (seguramente Vampiros de John Carpenter). Además, ese actor es el favorito de “Moose” (“Alce”, que así se llama el personaje de Travolta), y a mayores, va a ir a una sesión de firmas en ese mismo cuchitril. Moose deja la chupa a deber, y se va feliz en su scooter. ¿Ha cagado? ¿Se está aguantando? ¿Se ha cagado encima? Ese es el primero de los múltiples cabos sueltos que van a quedar colgando durante la cinta. Y es que por favor, miren el aspecto de Travolta, miren la peluca:
Look at it! Just LOOK AT IT!
Moose es un retrasadito que vive en Hollywood y se gana la vida dando la brasa a los transeúntes imitando, y mal, a un bobby inglés. Vive en un sótano que es bastante grande la verdad, y que no tengo ni idea de cómo puede permitirse pagarlo en pleno Hollywood. Su mejor amiga es Leah, una chavalita a la que le debe sacar 25 años y que es fotógrafa de eventos de famosetes. También tenemos a Dunbar, que es el actor anteriormente mencionado. Estos son todos los personajes de la película, y de los cuales la película no se molesta ni un ápice en hacer que empaticemos con ellos. Moose y Dunbar son odiosos, y en ningún momento hacen absolutamente nada para ganarse nuestra simpatía, con lo que los personajes ya nos importan una mierda. La única es Leah, que tiene mucha paciencia aguantando a Moose, y sale mas bien poco durante la película.
Pues su actor favorito va a ir a firmar a su tienda favorita, con lo que esta personita, con sus limitaciones, empieza a perder la chencha. Numerosos ensayos delante del espejo con lo que le va a decir… Y básicamente para cualquier cosa en esta película porque se pasa mucho tiempo delante de un espejo, mención especial para cuando ensaya su papel laboral diciendo “Poppy cock” delante de un espejo. Y una vez en la firma, hace su cola, y justo cuando le va a tocar, Dunbar se tiene que marchar. Moose le sigue al callejón de atrás para darle la brasa mientras Dunbar discute con su mujer. Y aquí es cuando descubrimos que el actor este es un puto gilipollas, es innecesariamente borde con Travolta.
A partir de este momento, Moose comienza a stalkear a Dunbar, porque averigua donde vive porque hay una app para móviles que te dice dónde viven los famosos, repito: una app para móviles que te dice donde viven los famosos. A partir de aquí todo se va volviendo todo más y más chungo. Primero se planta en la puerta de su casa hasta que Dunbar sale e intenta darle una carta, pero vuelve a ser un puto gilipollas y le clava el bolígrafo con el que pedía una firma. Pero Moose no se rinde, y sigue rondando a su casa. Y es en una de estas escenas donde sucede la cosa más maravillosa de toda la película… Dunbar va en coche con su hijo y le casca: “¿Escuchamos algo de Limp Bizkit? Era lo más cuando estudiaba!”. ¡Vaya! ¡Breaking News! ¡Fred Durst tiene la lengua lo suficientemente larga como para lamerse su propio culo!

Ya está el puto histérico otra vez
Y es que como ya he dicho, aunque Hunter Dunbar este siendo un auténtico capullo, Moose no se queda corto, va siendo más y más creepy poco a poco. Hasta que la ama de llaves localiza una carta que había dejado en el jardín, y forcejeando para que no la lea ella, sin querer la empuja y la desnuca. ¿Qué ocurre a partir de ahora? Pues que Moose tiene barra libre en casa de su actor favorito y la película se olvida de la ama de llaves. Se lava los dientes con su cepillo, mira sus vídeos caseros, machaca el piano que tiene allí, le da besitos a Dunbar en la frente mientras duerme y lo sube al Insta. Sí, sube vídeos de un allanamiento de morada a las redes sociales y al día siguiente no tiene a la policía en su puerta.
Hasta que por fin Dunbar lo engancha e innecesariamente le vuela una mano con la escopeta, lo tira escaleras abajo, lo apuñala en un ojo, y le abre la puerta para que se pire… Luego llega la policía a casa de Dunbar porque el jardinero había encontrado al cuerpo de la ama de llaves (que debía llevar lo menos dos días allí tirada sin que nadie se diese cuenta) y éste todavía no se había quitado la camiseta ensangrentada. ¡Y lo empapelan a él!
La verdad es que dicho así, la película no parece tan mierda, pero tiene un buen repertorio de fallos como gente sacándose un selfie detrás de los actores, o que en el exterior sea de noche y en el siguiente corte dentro de un interior se aprecie que es de día. Pero lo que realmente brilla y es desternillante en esta cinta, es la interpretación de Travolta. Es lo más over de top que verán en mucho tiempo, digna de ver (y en versión original por favor).