Hace prácticamente dos meses que colaboro en esta culta y educativa web sobre cine «del bueno» y era extraño que aun no hubiese tocado el subgénero de ninjas, un subgénero que, en muy contadas excepciones, no sale de los parámetros de la serie-Z y que, sin duda, es mi favorito. He tardado demasiado, pues, y ya es hora de mostrarle mis honores, pero antes de adentrarnos a saco con las obras maestras de Joseph Lai y Godfrey Ho nada mejor que «El fantasma blanco» para abrir boca, una mierda inolvidable engendrada curiosamente por americanos, que supera incluso a sus coetáneos de la saga «American Ninja«. Bueno, no, ahí me he pasao.

A finales de los años 70 el cine de artes marciales estaba perdiendo todo su encanto por culpa de las encantadoras bazofias que editaban a costa de la fama del maestro Bruce Lee, pero justo entrada la década siguiente el gran Shô Kosugui puso de moda en los cines de barrio y video-clubs infernales el subgénero de ninjas con su imprescindible triología «La justicia del ninja«, «La venganza del ninja» y «Ninja III: la dominación» producidas por la añorada CANNON. Aunque por supuesto eran films independientes, no eran exentas de cierta calidad (sobre todo la segunda) y nos dio una lección de lo que era realmente el nunjitsu y el kujikiri, algo que a mí realmente me importaba lo más mínimo, pero bueno, ahí queda el dato. Pero no pasó mucho tiempo hasta que un buen día llegó el iluminado de Joseph Lai y envió el género entero a tomar por saco con su serie de pegotes protagonizados en su mayoría por Richard Harrison, un moribundo actor de peplums y spaguetti westerns de serie-B que se arrastraba al final de su carrera artística por estos fangosos terrenos del cine oriental de ínfima calidad de cuya existencia sólo tienen constancia impresentables como yo.

Pues bien, los yankees tampoco se quedaron cortos y engendraron su propias defecaciones ninjas abanderadas por la graciosísima saga de «El guerrero americano«, donde tiraban la historia milenaria japonesa por la borda y nos hacían creer que los verdaderos ninjas eran americanos (y hasta afroamericanos!). Por si no fuera suficiente, estos productores ineptos nos contaban historias inverosímiles como la del Fantasma Blanco, el enemigo de la oscuridad, un gilipollas salido de un anuncio de detergente que con su disfraz de ninja blanco pulcro se dedicaba a repartir hostias para hacer justicia sólo con la fuerza de las artes marciales, justo el nuevo héroe que necesita América (o eso reza la sinopsis). Y van…

Esta película la visionamos en nuestro club elitista CMJDM hace más de dos años (día 21/03/2002 concretamente según el anuario) y es de esas que de tan malas resultan ser buenas, porque aquí no hay sentido alguno que valga, cualquier excusa vale para hacer el menda ante las cámaras y si es disfrazado de ninja hortera pues mejor que mejor, por lo que pasamos un rato la mar de entretenido. Todo el mundo sabe que los ninjas van vestidos de negro porque sólo actuaban en la oscuridad de la noche, pero como he dicho antes aquí no hay historia ni táctica que valga, si a un visionario se le ocurre inventarse un disfraz de ninja blanco (y hasta de camuflaje militar) pues calladito chitón. Con todo eso haríamos la vista gorda si no fuera por lo roñoso del argumento, ese aire ochentero cutrón que tanto nos atrae a los que carecemos de buen gusto y las avergonzantes y chistosas (sobre)actuaciones de Bo Svenson y compañía, todo un ejemplo sobre cómo NO hacer las cosas para rodar un film digno. Pero qué coño, no estamos hablando de cine serio, para eso está Garci y sus cotertulios esnobs, aquí lo que nos gusta es la coprofagia cinematográfia y en esta película la podemos encontrar en cantidades industriales, y si no atentos a la historia:

Una misteriosa caja de plata con el símbolo de biohazard es robada por unos ninjas de un trailer donde, por las pintas del conductor y los parajes, parece que estemos situados en la América profunda. Pues no, en la toma contigua, como quien no quiere la cosa, los ninjas escapan por un pueblo chino perdido a la gracia de Dios donde la violencia y descontrol campan a sus anchas y llevan la enigmática caja al maestro Shakura, un mentor al que no le vemos la cara cual Dr. Gang del Inspector Gadget y deducimos que se descubrirá hacia el final del metraje. Pues bien, el mentor, con su habladuría mística y filosófica le explica a su hijo, un gángster maloso, que «has de llevar la caja a su destino, dentro contiene un gran poder» (recordad bien la frase para más tarde) y le informa que un Coronel americano anda detrás de ella. Jurjurjur, esto se pone interesante!

El coronel tiene una confidente chinita bailarina de streaptise que resulta ser la novieta del gángster maloso y, por tanto, el chivo expiatorio que le pasa el parte de la situación. El maloso, que es un tio muy, muy, muy malo… actuando, se entiende, duda de sus propios esbirros, por lo que tiene que sacrificar a ciegas a alguno de ellos. Este séquito se compone nada menos que por Orejas (un orejudo con walkmans y camisa hawaiana macarra), Emiliano Zapata (un chicano con bigotes que nadie sabe que pinta ahí en medio) y James Dean (que lo bautizamos con ese nombre simplemente por llevar una camiseta de James Dean, que tampoco hay que estrujarse demasiado el cerebro). Pues aparte de acojonarse con su propio jefe también tienen un par de encontronazos con el prota de la película, un americano medio llamado Will con gorra de baseball y gabardina que pulula por China tocando incansablemente la armónica (aparte de los cojones del espectador) no sabiendo muy bien por qué. No hay que ser Sherlock Holmes para descubrir que el paleto ese es el Fantasma Blanco, pero para ello habrá que esperar bien entrada la segunda mitad de la película. En una de sus delirantes escenas, el prota entra en una librería y pide un libro espiritual chino y la dependienta le responde en su idioma que sí que lo tienen, por lo que degustamos el siguiente subjetivo diálogo:

Will: «Ah, pero habla usted mi idioma!»

Dependienta: «Sí. Y usted, habla chino?»

Will: «No, sólo lo leo»

Ahí es cuando llamas a los S.W.A.T. para que detengan al puto guionista y la madre que lo parió. La escena transcurre con un enfrentamiento entre el prota y los chinitos intimidadores que se escapan por piernas ante las amenazas mariconas del primero. En uno de sus ataques baja los calzoncillos de Orejas a sus pies sin que éste se entere y cuando va a caminar, obviamente, tropieza. La escena tiene su gracia, porque vemos los calzoncillos bajados a sus pies, pero no sus pantalones.

El grupito de chinos cudeiros se chivan a su jefe de la emboscada y le dicen: «Era un ninja blanco y podía volar!«. Me parece a mí que ese guión pertenece a otra película, pero bueno. El jefazo se cabrea por haber contratado a semejantes ineptos, y se decide a tomar cartas en el asunto. lo cual cuenta con mi apoyo incondicional. Según él no es más que una trola para encubrir la metedura de pata del supuesto traidor y la toma contra Emiliano simplemente porque le da la gana (o así lo entiendo yo). Se disfraza de ninja negro, alias Darkness, y arremete contra el pobre chicano en un alarde de xenofobia explícito ante la presencia a escondidas de Will, el demente protagonista de este encantador film. Como no sabe que hacer con su triste vida, aparte de tocar la armónica y tirarse unas cuantas putas metiéndose las bragas en la cabeza (como oyen), investiga en el club nocturno donde trabaja la bailarina confidente del coronel para sacar algunas conclusiones de semejante embrollo, pero en su lugar se dedica a cortejar a la pivita diciéndole: «Me recuerdas a alguien… y tienes un buen trasero». Qué romántico! Otro guionista que se ha quedado sin trabajo.

Como llegados a este punto esto no lo arregla ni Kofi Annan, pasamos directamente a la escena del intercambio. Os preguntaréis: ¿a qué viene ese intercambio? Pues bienvenidos al club, porque yo tampoco lo sé! La cuestión es que ahí se arma un lío padre, con los esbirros haciendo el subnormal, los mafiosos metiéndose donde no les llaman, la policía con traje negro y boina de payés roja mediando a punta de pistola, el Coronel Tapioca intentando conseguir la maldita caja plateada y, entre todo este tumulto, el jefe maloso disfrazado de ninja matando a sus propios esbirros para que no se chiven del contenido de la caja sorpresa (?). Si alguien lo entiende que me lo explique por teléfono, porfavor.

El pobre guionista (a estas alturas ya con síntomas de derrame cerebral) envía toda la escena anterior a tomar por culo y nos traslada a la casa del mentor donde proclama otro soporífero sermón a su hijo. La escena se nos presenta con los dos (enmascarados) practicando con catanas de bambú en medio del jardín con la caja plateada (y su símbolo radioactivo) a un lado (?). Al acabar el entrenamiento el hijo le dice a su padre y mentor: «Te he traído la caja, padre«. Pero coño, no la tenía que llevar «a su destino»? (recordad la frase del principio). Por qué puñetas se la devulve? Milagros del cine. También le cuenta que sus hombres han sido atacados por un fantasma blanco «que puede volar» (?) y su padre le contesta que ya su abuelo le habló de él en el pasado. Joder, ahora resulta que el joven americano tiene más de 80 años! Necesito una aspirina…

Vamos a ver si recapitulamos para no perder el hilo (como si lo tuviéramos al principio!): el ninja negro tiene una caja sorpresa que el coronel quiere conseguir a toda costa mediante su confidente que resulta ser la novieta bailarina del propio ninja y en medio de todo está el ninja blanco que tiene sus escenas de cutre-acción que no pintan nada en la trama.

Y bien, el maloso descrube a su novia hablando con el coronel y comprende finalmente que ella es la traidora. Emprende su venganza en el mismo bar donde actúa y la asesina ante la presencia de todo el público… sin que éste se inmute lo más mínimo. Resulta que Will estaba entre los espectadores y se lo cuenta todo al pobre coronel. Pero vamos a ver, en qué punto de la película se nos dice que estos dos sujetos se conocen? Eso qué más da, el coronel ordena al ninja blanco que acabe con la vida del maloso y así lo hace atacando su propia guarida. Empieza el espectáculo ninja!

Llegado a la guarida malosa dizfrazado de viejete (y eso por qué?) se quita ese ropaje y se viste de ninja con todos sus complementos en una escena copiada a la de cuando Chuachenaguer (o como se escriba) hace lo propio en la batalla final de «Commando. El primer obstáculo que se encuentra es una pared de roca de más de diez metros y el tio se pone unos clavos en los pies y en las manos para escalarla. Que me digan a mí desde cuando los clavos se clavan en la roca! Bueno, pues una vez superada la pared se topa con los guardianes del maloso paseándose por el jardín… vestidos de ninja de color camuflaje militar! Uf, uf, necesito respirar… Ahí el Fantasma Blanco reparte unos cuantos sopapos a esos guardianes de pacotilla sin utilizar ningún recurso ninja, simplemente a mamporro limpio como Bud Spencer. Además, es gracioso ver al ninja blanco entre los matorrales, canta más que Marilyn Manson en una misa. Ya decía yo que con ese color no iría a ningún sitio… La acción continúa con el derribo de unos cuantos guardas más tirándoles simplemente peta-zetas en la cara (con lo que pican!), hasta que llega a la caseta donde reside el ninja negro y allí mantienen una dura batalla cuerpo a cuerpo bastante ridícula, la verdad, lo cual demuestra que esos actores de nunjitsu no tienen ni zorra idea. Después del toma y daca de rigor el prota tiene a tiro a su enemigo para cortarle el cuello, pero de repente aparece el mentor también disfrazado de ninja y lo para amenazándolo con una ballesta. Dios mío, el ninja blanco está acabado! Pues no, porque para adornar el pastel aparece también el coronel y de un balazo acaba con todos. Si yo siempre lo he dicho, por mucho nunjitsu que sepas no puedes hacer nada ante un arma de fuego!

Menuda odisea, esto acaba con cualquiera, yo ya me he despedido de un par de neuronas. Pero es que además de soportar como un cosaco el delirante argumento de semejante pastiche, al final no se despeja la incógnita de la caja de plata y de quién puñetas era el mentor! Es igual, el fantasma blanco, el fantasma negro y el fantasma del director son tan esperpénticos que dudo mucho que su imagen se me vaya a borrar nunca de la memoria (lo cual no sé si es una virtud o un defecto). Y eso no es nada comparado con lo que vendrá en las próximas entregas!

Ficha IMDB de la Película