Hace tan sólo dos años que Glenn Danzig nos deleitaba con su ‘tour de force’ cinematográfico con Verotika, una cinta tan amateur, tan cutre, tan insulsa y tan diluída que no podíamos imaginar que algo así se repitiese… Craso error. Al señor Danzig no le llegó con Dirección, Guión, Banda Sonora y Producción en su anterior obra… Ahora tambien se atribuye Edición, Fotografía y hasta se otorga un papelillo en la cinta. Un servidor tenía dos dudas acerca de su anterior obra: Si era todo un egotrip (cosa que queda reconfirmada al asignarse todavía más créditos, ya solamente le falta adjudicarse de vestuario, maquillaje y FX), y si se había metido a dirigir solamente para ver tetas… y a esto segundo tendremos respuesta pronto.

¡Ni cinco segundos! ¡NI CINCO SEGUNDOS! dentro del metraje y ya tenemos una tetas gratuitas, así que sí, se metio al cine para ver tetas, no cabe duda. Y tetas gratuitas tendremos durante los diez minutazos que tarda en abrir la película. Donde Devon Sawa (al que vimos hace poco en The Fanatic) se pasea a caballo por el desierto por ¿la noche? ¿el amanecer?, es complicado de saber con lo terriblemente atroz que es la iluminación. Vamos a ver, van por el desierto de noche y están perfectamente iluminados con focos amarillos, es que ya ni recurrir a la «noche americana» poniéndole un filtro azul oscuro a unas escenas grabadas de días. Que si tuviesen fuentes de luz tales como antorchas guiando el camino pues ya estaría, pero no. Pero es que más adelante, cuando descubrimos que el amanecer está llegando, entonces les clavan un foco de luz blanca… Pero vamos a ver, ahora que está amaneciendo, ¿no sería mejor usar el foco amarillo de antes por aquello de la luz del sol? Pero lo de la iluminación es caso perdido, incluso veremos a un vampiro ardiendo y al cambiar al contraplano donde Death Rider está observando cómo arde… pues el fuego no le ilumina la cara, está a oscuras.

Por un bocata salgo 2 minutejos en tu peli

Con la tontería de la iluminación (o falta de), me he desviado de lo que me ocupaba, los 10 minutos de apertura. 10 minutazos de paseo con la chica en tetas, donde en los 5 primeros minutos nos comemos una canción entera de Danzig cantando, lo cual posiblemente sea lo mejor de la banda sonora, ya que el resto son versiones del Aliexpress de bandas sonoras del westerns clásicos. Con una breve pausa donde se encuentra con Danny Trejo de cowboy vampiro, le da unas ostias, y lo deja clavado al suelo para que el amanecer lo desintegre. Clavado a un suelo de arena, por cierto. Vamos, que le han pagado a Trejo media jornada solamente para que nuestro prota le meta una castaña y demostrar lo machote que es. Y una vez terminado el paseo inicial, después de 10 minutos de absolutamente NADA, nos clavan los créditos pre-roll… ¡pero será hijoputa! ¿qué mierda costaba intercalarlos durante los 10 minutos anteriores?

Death Rider llega a una cantina perdida en medio del desierto, una cantina de vampiros (Efectivamente, estamos delante de «Abierto Hasta el Amanecer III MAL»), y ofrece a la chica como pago para obtener santuario dentro de la misma, ya que está amaneciendo y Death Rider también es un vampiro. El portero está interesado en saber si la chica es «pura» para que puedan acceder al interior, a lo que Devon Sawa insiste con que sí (aunque personalmente tengo mis dudas, ya que se trata de una actriz para cine de adultos). Una vez dentro lo llevan a ver a «El Conde», interpretado por Julian Sands (Warlock), que le permite quedarse a descansar en su morada. Death Rider causa sensación a su llegada, ya que todo el mundo se fija en él, especialmente dos cabareteras: Una que se llama Carmilla (muy original), y su concubina a la que ya vimos «actuar» en Verotika con dos ojos en lugar de pezones. El Conde le ordena a Carmilla que lo mantenga vigilado, aunque ella tiene pensado hacer mucho más que eso.

«No debí hacer Warlock III»

Aunque es evidente que esta cinta tiene mucho más presupuesto que Verotika, todo lo demás no ha mejorado mucho. Si bien Verotika consistía en 3 historias cortas y al señor Danzig ya le costaba mantener el ritmo de las mismas, tanto, que las dos últimas se hacían soporíferas… Ahora imagínense un largo de hora y media estirado a más no poder. Como «jugadas destacadas» de la dirección me gustaría mencionar a los planos infinitos que ya estaban presentes en Verotika: en los que la escena ya había terminado, porque el diálogo ya había terminado, y se mantiene al actor durante 15 eternos segundos en pantalla, aguantando el tipo con cara de circunstancias, frotándose las manos por hacer algo, esperando a que el que está sentado en la silla diga «¡Corten!». A destacar también los zooms cutres, que parecen de vídeo casero y hechos con tembleque digno de cámara de mano, zooms que también se utilizan para hacer transiciones entre escenas, con zooms desenfocados hasta el infinito… infinito que en ocasiones se encuentra en las fosas nasales de algunos de los actores.

Lo siguiente es colarnos casi media hora de cómo es la vida en esta taberna perdida de la mano de Dios. Periódicamente llegan diligencias cargadas con nuevas chicas, nuevas vedettes cuyo único cometido es bailar, y que los chupasangres les coman el cuello… Pero cuando las chicas ven que le están comiendo el cuello a sus amigas, pues como si no pasase nada. A destacar cómo los vampiros desperdician la «comida», que le meten un ñasco en el cuello a las chavalas, y luego dejan que se desangren en un planos exageradamente largos, se ve que había que amortizar el dinero empleado en las prótesis de látex y las bombas de sangre. También le hacen un tour guiado a nuestro prota donde le enseñan cómo castigan a los se portan mal, atándolos a una silla y haciéndoles beber plata incandescente… Y precisamente aquí es donde vemos que definitivamente había mucho más presupuesto en juego, ya que tenemos CGIs, cutrones, pero CGIs. También llega por fin el señor Danzig a la taberna, interpretando a Bad Bathory, embutido (literalmente) en un traje de cowboy negro. Llega, le destroza el cuello a una de las chicas de un mordisco, y ya la deja allí tirada en medio y medio, ni un chupito de sangre se ha tomado. Habla con «El Conde», el cual le ordena que también vigile a nuestro prota porque ninguno de ellos se fía de él. Que, hablando de nuestro prota, a estas alturas ya le ha dado al mete/saca con Carmilla, y con su concubina rubia.

«Esta pal Insta»

Carmilla, en un ataque de celos sin precedentes, mata a su concubina y ataca a Death Rider en su dormitorio, el cual le clava una estaca de plata y la deja allí tirada para que se muera. Con su tapadera a tomar por culo, Death Rider decide que ya es hora de mandar todo a tomar por culo y se baja al bar a invitar a una ronda a todos los presentes. Los chupitos van aderezados con polvo de plata, con lo que todos los vampiros comienzan a convertirse en ceniza. Bad Bathory, como sigue sin fiarse de él no ha bebido, y se inicia un soporífero tiroteo estirado a más no poder para rellenar metraje. ¡El muy cabrón de Bad Bathory le dice a su colega que le cubra mientras flanquea al prota y el muy cabrón se pira para no volver a aparecer, lo deja vendido! A destacar la incursión del Director/Guionista/Actor/Etc… en el mundillo del montaje, donde durante esta escena nos repiten dos veces el mismo plano de la gente levantándose corriendo de las mesas al empezar el tiroteo. Que eso sí, un chupito de plata mata a un vampiro, una bala de plata mata a un vampiro, una estaca de plata mata a un vampiro… Pero alguien le quita la estaca de plata a Carmilla, que sorprendentemente no estaba muerta después de todo este tiempo estacada con plata.

Y de aquí pasamos a la escena final, donde Devon Sawa se encara con «El Conde». Después de alguna palabrería, el conde retira un telón, donde tiene a varias chicas metidas en ataúdes. Resulta que una de ellas es la hermana de nuestro prota… ¡¿PERDOOONA?! Pero vamos a ver, ¿no era que «El Conde» no conocía a nuestro prota y por eso estaba bajo vigilancia? ¿Sabía quién era todo este tiempo? ¿Por qué este guión es tan mierda? Mira, ¡a tomar por culo todo ya! Que el prota mata a su hermana, la cual tambien es una vampiresa, mata a los guardaespaldas de «El Conde» porque básicamente se dejan matar, y mata al Conde. Y este señor coge a la misma chica que se pasó en tetas los 10 primeros minutos del metraje y se va con ella, al menos ahora va vestida, y fin.

«¿Alguien quiere un chupito?»

Y esto viene a ser Death Rider in the House of Vampires, la segunda (y también fallida) incursión de Glenn Danzig en el celuloide. Esta vez con más presupuesto, más actores reconocibles, más ambición, pero mismo resultado de mierda. He de decir que al menos no es tan insufrible como las 2 últimas historias que se nos contaban en Verotika, en las cuales no pasaba absolutamente nada. Más disfrutable que su predecesora, pero no recomendamos verla en solitario. Esperamos pacientemente nuevas mierda del ex-cantante de Misfits.

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