«¿Cansado de lo predecible?». Este es el pretexto de esta… cosa, si es que se le puede llamar de alguna forma. Porque cuando me hablan de una película de un neumático asesino espero mucho, y lo primero que se me viene a la cabeza es aquella de «Yo Compré una Moto Vampiro«, vamos, expectativas por las nubes y risómetro en la órbita lunar. Lo que resulta un putadón porque el señor Quentin Dupieux se lo ha tomado como un ejercicio de autor en vez de una gamberrada, que es lo que debería haber sido en definitiva. Una vez superado el factor shock del principio el resto de la cinta se precipita sin frenos, como un neumático cuesta abajo… todo el potencial por el retrete. Esto es un buen ejemplo de cómo un sinvergüenza se propone a hacer un clásico «de culto» prefabricado… y puede que hasta lo consiga ¿qué será lo siguiente? ¿La Fox haciendo clásicos de culto con un patrón predeterminado como la música pop? (Leer más…)
Voy a proceder a destripar la película de arriba abajo, aunque con ello no creo que arruine el visionado de la misma, ya que el careto que se le queda a la gente que comience a ver este excremento del celuloide vendrá a ser siempre el mismo, es imposible estar preparado para las escenas iniciales… Unos planos eternos de una carretera en el desierto y unas sillas, luego viene un coche y las va golpeando a todas, un tipo de traje sujetando una docena de prismáticos en cada mano, el coche se detiene, y del maletero sale un sheriff, coge un vaso de agua… y se pone a soltar un discurso sobre cosas que pasan en el cine y que no tienen explicación, patético discurso que abochornará al espectador de C.I. medio y que no va a ninguna parte. Acto seguido anuncia que esta película es un homenaje a todas esas cosas sin explicación. No pongo su palabra en duda señor, en mi ránking de «sin sentidos», esta cinta se queda en segundo lugar (solamente superada por Skeleton Man, of course), pero simplemente por el hecho de que en esta está hecho a propósito y no con aparente seriedad, como es el caso de Scrementon Man.
Asi pues, el tipo de traje reparte los prismáticos entre un grupo de gente, unos espectadores que al parecer con esos prismáticos son capaces de ver toda la vida y obre de Robert (porque el neumático tiene nombre) en vivo: cómo despierta, aprende a rodar, mata a su primera víctima, bebe, duerme, come, se enamora…
Con el pretexto ya sentado, el resto de la película es como es, un paseo por el mundo de las drogas alucinógenas y sus efectos en manos de un guionista/director de cine. Lo que parece claro, es que se supone que el público debería morir envenenado con la comida que les lleva el tipo de traje (y nosotros de una embolia cerebral), pero como el señor de la foto no quiere comer, la película no termina y pasa de ser un corto a ser un largometraje. Como bien apuntó Jesucristo durante la sesión «Podía haberlo dejado en un corto y quedaría como un puto genio, pero no, aquí nos tiene sufriendo hora y media… hijo de puta.». Largometraje muy forzado, porque quedamos hasta las putas pelotas de ver planos fijos de más de 30 segundos donde, gracias a las maravillas de la tecnología, pudimos apreciar en alta definición cosas como: un arbusto, arena, hierba seca… o cualquier otra subnormalidad que le apetecio rodar al hijodeputa este. Eso sí, sin quitarle el mérito, ya que la fotografia está bastante bien, todo sea dicho.
A continuación, y para finalizar, les dejo con el tráiler de la susodicha. No se fien, porque promete mucho, y a la hora de la verdad…