Gracias Antena 3. Muchísimas gracias por permitir a este grupo de frikis devoradores de mierda concentrada en formato fílmico, la posibilidad de reirnos a mansalva con este plagio particular de «Parque Jurásico» en versión peripatética. De esta orgía de hora y media de duración, de esta tremenda demostración de decadencia de la civilización occidental.

En primer lugar permítanme desahogarme un momento (… JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA…) Gracias.

Buscarle una explicación a esta monumental payasada que desprestigia la serie Z, es poco menos que imposible. Dejemoslo para otro momento,y siempre con unos diecisiete cubatas de más (todos ellos aderezados de innumerables y prohibidas sustancias estupefacientes).

Lo primero que se le queda a uno después de ver ésto, es una doble sensación; la primera, intrínsicamente relacionada con la posibilidad de desequilibrio neuronal, la segunda, la demostración palpable de la necesidad conceptualizadora del ser humano, es decir, la catalogación de ésta (¡Dios mio!, no sé ni como calificarla) como la inauguración de un nuevo tipo de pelis, la serie BST (ésto es: BOSTA).

Hay grandísimos y tronchantes momentos en esta cinta, y por lo tanto pasaré a enumerar algunos de ellos (pese a que ello me suponga definitivamente la posibilidad seria de plantearme el suicidio, como forma de evasión de la crueldad de la vida de espectador de este tipo de horrores fílmicos):

– El problema de escalado del «dinosaurio» (?!?!?!): ¿Se acuerdan de «El increible hombre menguate»? Pues aplíquenlo a este bicho plástico que más que pavor da risa.

– Los diálogos. En cualquier sanatorio psiquiatrico las conversaciones serían muchísimo más interesantes que en esta penosidad. Hay una escena que quedará guardada en la retina y en el oido de todos los que visionamos este engendro. Es la conversación que mantienen el prota (un casposillo actor del que no quiero saber nada más en mi vida) y la doctora malvada creadora de los «dinosaurios» (?!?!?!?). Se lo aseguro, además de ser una sarta de paridas sin igual, es palpable la amenaza latente de un nuevo tipo de armamento de destrucción masiva probado por el péntagono (cuando aun tenía todos sus lados) en películas como estas: las armas psicológicas. Está demostrado que todos los que vimos «Carnosaurio» hemos rebajado de manera significativa nuestro coeficiente intelectual. Los compañeros Predator, Kesci y Snifo Az4fre han quedado tan afectados que ahora no son capaces de pronunciar cinco palabras seguidas con sentido. En mi caso particular, comunico mi seria intención de suicidarme en cuanto encuentre una soga que no me roce demasiado el cuello.

– El guión. Parafraseando al patriarca don Manuel: sin comentarios.

– La música. Ah! ¿Pero la había?

– La escena cumbre: La fulana poniendo un huevo de dinosaurio. ¡JESUCRISTO HELP ME!.

– EL final: PA-TE-TI-CO. Especial mención a la muerte del prota y a los títulos de crédito al revés.

En definitiva: GRACIAS ANTENA 3.