¿Qué ocurre cuando una mente privilegiada decide mezclar en un mismo film a un luchador galáctico (conocido entre nosotros como moonwalker), vampiros carapizza que dan ridículos saltitos, mafiosos chinorris rancios, ninjas desfasados y putones verbeneros? Nada menos que «El diablo de la dinamita», uno de los tres films que encumbraron a su creador Tomas Tang a leyenda del Zine y a santo de nuestra devoción, donde curiosamente no salen ni diablos, ni dinamitas, ni berberechos al limón. Eso sí, babaridades a tuttipleni.
Después de recopilar previamente toda la información posible de internet (que es escasa), este engrendro que nos dispusimos a visionar hace ya casi dos meses (jajaja, mis disculpas por la tardanza) prometía lo suyo: tercera parte de la inalcanzable «Robovamp«, producto de Filmark International, realizada y producida por Tomas Tang, chinorris disfrazados de vampiros dando cutre-saltitos… pero que al final resultó ser algo decepcionante, pero no exenta de delirios chinos que tanto gustan a descerebrados como nosotros.
La peli empieza con… esto… empieza… mmmh… vaya, no me acuerdo de nada, jajaja, pero eso es lo de menos, qué diablos. La cuestión es que hay vampiros chinos y un retrasado mental disfrazado con papel Albal y un casco motero, ¿qué más queréis? Todo lo demás es secundario, como los mafiosos chinorris, la zorrona millonaria, el malo del parche en el ojo (¿por qué en las pelis todos los que llevan un parche en el ojo son malos?), etc. Por supuesto se trata de dos pelis fusionadas en una que se entrelazan, como siempre, con la clásica llamada telefónica. Este caso que nos ocupa no es tan esperpéntico como el de «Ninja Terminator» donde Richard «The God» Harrison llama con un teléfono con forma de Gardfield, jajaja, pero uno de los interfectos podría pasar muy bien como doble de Vlado Divac, el jugador de básket ese, que ya vimos una vez en «Ninja Hunter». ¿O era «Ninja vs. Cobra»? Puede que se trate de «Ninja Pollas», pero qué más da, la cuestión es que nos partimos la caja cuando lo vimos reaparecer, arrodillándonos en el suelo y haciéndole alabanzas como bien merece.
Hay que decir en su favor que las escenas de lucha son más o menos correctas, alguna que otra más que interesante, pero cuando entra el hombre galáctico en acción (que se parece más bien a un woodpecker from space pasado de ácido), todo se va a la mierda, que en definitiva era lo que esperábamos, todo hay que decirlo. Vamos a ver, señores productores: ¿quién demonios se inventó ese personaje? ¿Qué diablos pinta en la peli? ¿Y ese traje de anormal? ¿Se rodó el film en un manicomio o soy yo el que necesita un psiaquiatra? ¿Se necesita fumar algo para saber de qué va la cosa? Bah, la cuestión es disfrutar sin escepticismos, y esta peli nos ofrece entretenimiento a raudales (no esperaba menos).
La verdad es que no sé cómo seguir con esta moñiga de reseña, pero es que la peli tampoco ayuda. Podría llamarse perfectamente «Alicia la chupa de maravilla tras el espejo retrovisor» u otro título delirante de esos, que el resultado hubiera sido el mismo, independientemente del título, porque al director le salió así por sus huevos toreros (chulo que es uno) sin tener en cuenta nada de nada (y que como a nosotros también nos la suda, pues lo felicitamos, claro).
Hala, que os folle un bisonte a todos. Yo desisto y me largo a vivir al Tíbet o algún sitio de esos perdidos a la gracia de Dios, estoy harto de que se insulte a mi inteligencia (que es más o menos como la de Belén Esteban. Viva la mentes simples!).
Mientras tanto estoy buscando la ficha policial de Tomas Tang, os dejo la de IMDB.