Hace muchos años, había una película que, junto a Manos, brillaba en la lista de las 100 peores de IMDB como 2ª al mando. Una secuela bastarda de una película que firmaba Stephen King («Alianza Macabra» en español), en la que una puta máquina de lavandería era poseída por el demonio y se ponía a matar gente… Sí, soy consciente de que parece una payasada a lo Condón Asesino, ¡pero era una película con dinero! ¡Con Tobe Hooper y Robert Englund! Pues esta «segunda parte» ha sido un horror conseguirla, al no haber audio en castellano en este mundo por lo que parece, decidimos verla en inglés, y como el Xvid estaba roto y no reproducía bien, terminamos por verla en italiano… Sí, enfermedad se llama lo nuestro. ¿Ha merecido la pena? Sí y no…
Esta peste comienza con una escena de una tipa infiltrándose en algun lado, con un cd en mano, y se pone a subir un virus con muchos gráficos y colorines, más que cualquier salvantallas del Windows de hecho. Salta la alarma y la muy inútil es incapaz de alcanzar una puerta que tarda como 3 minutos en cerrarse. Enseguida llegan los de seguridad con un tipo de traje y atrapan y desenmascaran a la saboteadora. Resulta que es la hija del tipo trajeado que tiene una rabieta y no quiere ir al internado… «WHAT THE FUCK?!» A lo que se suma un segundo «WTF»… ¿¡Qué mierda hacía el jefe de la super-corporación en la garita de los seguratas!? ¿Echar una partida de mus a altas horas de la noche? En fin…
Ahora salta la mítica intro de instituto, con rock popero americano de fondo y la chavalada llegando al centro en unos cochazos de la polla, y hasta aquí ha llegado el presupuesto de la película, para alquilarlos. De una limusina de los 70 sale el prota que ya se pone a mirar lascivamente a otra de las protas, que lleva un escote de escándalo… y eso es lo más tapada que va a ir en toda la película, porque la hora y cuarto que queda de película se la pasa en bañador. Del coche también sale el negro, con un campanal de escándalo dentro, por supuesto… y por otro lado aparece el guaperas alto y repeinado típico. Ni que decir que ninguno de estos actores debe de bajar de los 30 años, al más puro estilo «Al Salir de Clase«. Más tarde llega la hacker del principio de la película, que el director de la película, según parece, debía querer ilustrarla como una siniestrilla, y eso se resume en llevar los labios pintados con colores oscuros. Su vida es tan triste, que su mejor amigo es su chófer privado.
El director del centro no es otro que Lance Henriksen, en uno de sus momentos más bajos seguramente, menudo vendido de mierda. En un acto inaugurativo, informa a los alumnos que durante las vacaciones de semana santa, han instalado un super sistema informático militar de seguridad en el instituto, con sopotocientas cámaras de seguridad viéndolo todo, y que es capaz de controlar absolutamente todo en el instituto. Asimismo, avisa a los alumnos que el vallado del instituo les soltara una descarga electrica que los dejará tiesos en el sitio si se acercas a menos de unos metros… ¿¡Pero esto qué mierda es!? ¿¡Una cárcel de alta seguridad!? Luego, Bishop se dirige a la sala de máquinas del cerebro de la bestia, que es -redoble de batería-: ¡Un puto PC de sobremesa corriente y moliente! ¿Qué esperabais ilusos? ¿Una sala de máquinas enorme? ¡Os dije al principio del artículo que no tenían un puto duro! Seguro que hasta le robaron el PC al chaval del montaje de audio, que total, para lo que lo usa en esta película…
Instalar un virus asesino nunca fue tan fácil, ni tan cutre
La medida no es bien recibida, y alguien hackea la página web de la escuela. Con lo que el director reune a los 5 protas y decide castigarlos a ellos sin ir a la excursión de fin de semana, y sin baile de fin de curso si fuese necesario. Durante el fin de semana deberán investigar quien ha hecho la fechoría. Todos los demás estudiantes se van en el típico «School Bus» amarillo americano… ¿School bus? ¿Pero no estaban en un instituto? ¿o en una universidad? Debe de ser cosa de los recortes de Rajoy. Lo primero que hacen los coleguitas a la hora de la cena, es insinuar que ha sido la hija del ejecutivo, a lo que responde levantándose de la mesa y protagonizando un numerito emo en su habitación. En un arrebato de ira, va a un «mercado web de virus», donde una asistente virtual hecha con un spectrum 48k le sugiere el virus «Mangler», no sin antes advertirle de que el susodicho virus matará a todos sus seres queridos, conocidos y no conocidos también. Aparece el guaperas buscando temita, y se van a paseo… concretamente se encuentran al negro en la piscina, ¡Con un puto equipo de buceo! … ¡En una piscina! ¡Con un puto equipo de buceo! … ¡En una piscina! ¡Con un puto equipo de buceo! … ¡En una piscina! Ya está tardando el negro en morir el primero como marcan los cánones, semejante infraser no merece formar parte de la humanidad.
Mientras tanto, el superordenador ya anda por ahi matando gente aleatoria, que básciamente solo aparecen en la película para morir en su propia escena, eso sí, sin soltar ni una sola frase, no vaya a ser que tengan que cobrar como actores y no como figurantes. Los asesinatos son de lo más cutres… con puertas que se cierran, cosas que se encienden y se apagan, pero lo más ridículo de todo con los cables que se mueven y matan. Sí, cables que matan, tan cutres que cuando no se ven los hilos que los mueven de puto milagro, se aprecia claramente que hay alguien tirando de ellos fuera de plano. Y de esta gratuita forma, mata a un pobre paralítico, al señor de mantenimiento, o a una rubia en la lavandería en un claro homenaje a la primera parte. El puto virus controla hasta la puerta de la lavadora. También intenta matar al tecnófobo chef de la escuela, una lástima porque se pasa hablando solo toda la jodida película, nos hubiese hecho un favor.
Pero como les faltan muchas luces a los retrados de los protas, no han caido en la cuenta de que si son ellos los únicos que están en el colegio, también son los únicos sospechosos de haber instalado el virus. Con lo que se dirigen a la oficina del director a hacer «algo». Aquí nos muestran que el virus tiene chispa, porque se pone a chatear con el negro y le hace la coña de que el negro siempre muere primero, aunque esta vez sea mentira cochina. La muerte también es de lo más patético, lo encierra en el despecho, enciende el aspersor anti incendios y se cuece vivo. Al director y al chófer (¡que todavía estaba volviendo en coche a casa!), les llega notificación de que hay brecha de seguridad y van de vuelta al insti. A partir de aquí, los protas se van a pasar el resto de la película corriendo de aqui para allá como ardillas sin cabeza y muriendo poco a poco, aderezado con música electrónica tan patatera que dan ganas de arrancarse las putas orejas.
El verdadero clímax viene al final, cuando el virus termina por matar a todo el mundo, menos al cansino del cocinero, ¡manda cojones! Jill, que así se llama la prota, entra en rabia, la música electrónica de mierda vuelve con más fuerza que nunca, agarra un cuchillo y se dirige de vuelta al instituto para detener al virus… cualquier otro ser humano hubiese salido por patas, pero no, al final resulta que el único inteligente era el cocinero. El ordenador no ha perdido el tiempo, y ha decorado los pasillos del instituto, con cables pelados colgando por todas partes. Y, ojo al dato, HA ASIMILADO AL DIRECTOR Y AHORA FORMA PARTE DE ÉL.
El momento más bajo de la carrera de alguien es algo similar a esto
Pero el delirio no termina aquí, agárrense al asiento porque esto no va a dejar indiferente a nadie. ¡Qué raro que el virus no haya matado a Jill! ¿No? Pues eso es porque tiene planes para ella… QUIERE PROCREAR CON ELLA, sí, han leido bien. En este preciso momento rebobinamos porque no nos creíamos lo que acabábamos de oir, y sí, pese a estar en italiano habíamos oido bien, de hecho cambiamos a la versión inglesa aunque se viese mal para no perder detalle del diálogo. El futuro de la civilización no es un híbrido entre cylon y humano, es un engendro medio adolescente estúpida y medio Lance Henriksen con cables. Pero esto no termina aquí, ella le contesta que «así… no», que busca algo más íntimo y creativo, a lo que el virus responde, y cito textualmente (si no caen de la burra, pinchen en el enlace):
– «Tell me what you want, what you really really want«
¿¡Pero qué especie de lesión mental tiene el guionista de esta puta mierda!? Si ya nos cuesta asimilar el pedo mental de la procreación hombre-máquina, ahora vas y lo cascas parafraseando a las putas Spice Girls, hasta aquí podíamos llegar… ¡ASÍ ARDAS EN EL INFIERNO! Por lo demás, aparece el chófer que -contra todo pronóstico- no había muerto, matan al director y se van. Después llega el padre de Jill en helicóptero, y la cosa termina con un «Papá te quiero mucho». Sencillamente a-po-te-ó-si-co el final, vaya despliegue de diarrea mental severa, en mi vida se me había abierto tanto la boca.
Eso sí, por todo lo demás la película es horrorosa, la mala nota la tiene por malísima que es, que le quitas las muertes estúpidas y el resto de la película te mueres del asco viendo como corren de aquí para allá sin sentido. Hay momentos que seguramente nos hemos llegado a pasar 1 minuto entero viendo como corren sin parar. Como anécdota, la actriz que hace de Jill tiene una cicatriz porque se quemó con una máquina de niebla durante el rodaje de esta cosa, y aunque parezca mentira, no le voy a decir que se joda, porque ha sido la primera vez en mucho tiempo que veo como un actor intenta interpretar a su personaje desmoronándose cada vez que le matan a un amigo… ¡que ya está bien de gente que se entera que le acaban de matar a alguien y se queda en plan «Ah, pues vale, sigamos»! Si realmente tienen ganas de disfrutar de esta película, busquen en Youtube la escena final o algo, pero por favor, no la vean.
IMDB – Metacritic – Filmaffinity