Deberían usar esta película como publicidad para mentalizar a la gente de lo que conlleva el abuso de las drogas en vez de gastarse nuestro dinero en los anuncios de televisión… y no, esta vez no me refiero a aquello de que si los guionistas y el director se habían fumado esto, esnifado lo otro, o puesto de ácido hasta las cejas… Va por el reparto, porque no veas cuanto daño pueden llegar a hacer a un ser humano.
Y esto todo lo digo especialmente por Edward Furlong, que después de desaparecer del mapa (eso es tras «Terminator 2« y «American History X«), ahora lo hemos reencontrado, convertido en un buen candidato para el papel del jorobado de Notre Damme… una mutación impresionante, que no terminábamos de caer de la burra con la coletilla de «este tipo me suena». Pero bueno, no quiero darle más importancia a su presencia en esta bazofia pestilente, porque cada vez que intenta actuar, dan ganas de quitarse los ojos de las cuencas. También esta presente Tracey Gold, a la que recordaremos por «Los Problemas Crecen« y alguna que otra cara conocida aunque ya completamente irrelevante.
La verdad es que el título de la película es completamente descriptorio de lo que vamos a encontrar en ella: Terremotos y arañas. Un terremoto abre el suelo y de las profundidades salen unas arañas prehistóricas, ciegas y que escupen fuego… de todos los tamaños y colores. Y van a invadir un pueblo en donde la gente no sabe pisar insectos para más inri. Tenemos un buen puñado de protas, por un lado tenemos a una familia que vive de hacer tours guiados, que tiene a la cabeza a un vive-la-vida-bueno-para-nada, a su hermana que no veas si está buena, al padre que cuando todo se va a la mierda se pone en modo terminator, y a la pandilla de retrasados mentales que van en el bus turístico en el momento de la debacle… por otro lado a la familia de «John Connor», que el mendaes muy espabilado y es entrenador de voleibol femenino… con lo que está de viaje en un bus lleno de adolescentes promiscuas mientras su familia se come el marrón de las arañas. Mención especial para la pareja negra, que lejos de morir los primeros como marcan los cánones en estas mierdículas, no hacen más que ridiculizar a sus «bros» acentuando el estereotipo de negrata hasta límites insospechados… descojonante cuando a la media hora de película piden que «les devuelvan el dinero de la excursión turística, porque lo de las arañas no iba en el planning» … Que presenten una denuncia, que seguro que en U.S.A. prolifera.

Lo mejor de la película, sin duda alguna
Los efectos especiales piden a gritos que hagan un exámen de inteligencia antes de permitir que cualquiera se ponga delante de un ordenador a incrustar arañas de mentira en el metraje… Porque en las de The Asylum podemos llegar a entender el cutrerío porque son unos caraduras que no quieren gastar un puto chavo, pero los cabrones de esta no tienen ni sentido común para ponerle la perspectiva a los gráficos hechos por ordenador… la perspectiva, en muchas ocasiones, está tan lograda como estampar una pegatina sobre la pantalla, de hecho, si se pudiesen pegatinas de gifs animados, hasta estarían más logradas.

Otro retard que no supo pisar una araña
La película es la típica hasta el jodidamente épico y glorioso final, donde el prota (el «buenoparanada»), ante la imposibilidad del ejército en la gesta de tirar a la madre araña… ATENCIÓN: se enfunda en su neopreno de buceo, se deja comer enterito por la araña, una vez dentro se saca de explosivos, y es cagado por la araña se una pieza ipso facto… ahi queda eso, superadlo, si podeis…
Edward Furlong… vere a tomar por culo.
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