Al Filo del Infierno

Cuánto daño hizo el hair rock en los 80, y no lo digo porque no me guste, sino porque además se convirtió más que en un movimiento, en un campeonato a ver qué agrupación era capaz de alcanzar un aspecto más hortera que el anterior, rallando a la vergüenza ajena y en ocasiones hasta llegando a parecer un poco bastante gays, para qué negarlo. También engendró un puñado de películas, entre las que se hallan la ya comentada «A 33 Revoluciones por Minuto«, «Black Roses» (secuela espiritual de esta merde, que comentaremos próximamente), o la infumable «Hard Rock Zombies«… a cada cual de ellas peor, al menos esta mantiene un nivel de ridiculez bastante aceptable, hasta su jodidamente glorioso final, continuemos…

Nuestra banda de glam metal, se dirige en su furgo hacia el estudio donde a van a proceder a grabar su próximo éxito. Esto ya empieza mal, con unos planos infinitos de la furgo por la carretera mientras una voz en off repite unas oraciones inconexas ad nauseam… ya vuelan cervezas hacia la TV. Se dirigen a una pequeña casa en el campo, muy alejada de la civilización, donde grabó Ozzy Osbourne en un granero (y luego le llamaban rock rural al Koala…). Que un estudio no es, el granero es una sala de conciertos de puta madre, y bastante más grande por dentro de lo que es por fuera. Excelente, todos van con sus respectivas novias, ya tenemos a 4 parejas encerradas en una casa de campo, tenemos material ascor.

Las parejas candidatas a morir son:

  • El cantante y la siesa: Un mazas del gimnasio de la esquina que además le debía molar cantar, nótese como en la carátula figura bien en grande su nombre. En verdad, este «supuestamente» conocido rockero canadiense seguro que quería iniciar su carrera hacia el valle de los estrellados con esta película… ¡Pues con el puto guión infumable de mierda que has escrito va a ser que no, puto inútil! La novia, en contrapartida, es prescindible en el guión, pero tiene que estar.
  • Los recién casados: Dando la brasa con su reciente boda siempre que tienen la mínima cuña disponible para calzar cualquier frase sobre su reciente nupcio… que nos importa una mierda.
  • El batería y la groupie malfollada: El batería va de duro, bueno, de duro no, lo siguiente, no se quita las gafas ni para fornicar… que total, para hacerlo con la zorra borde de su novia, mejor verla lo menos posible.
  • Los tontacos que no saben si se gustan o no: Vean el vídeo  que figura a continuación, no tiene desperdicio.

Como presupuesto no hay, los monstruos son cámaras en primera persona que nos muestran lo que ven los demonios, o un guante de látex a modo de garra de algún tipo de monstruo del averno agarrando a la gente por el cuello, o unos CALCETINES con un ojo que no hacen absolutamente nada en toda la película… salvo mirar como follan los protas, o vomitar dentro del café del manager, o hacer acto de presencia fumando al final de la película. Es todo tan cutre, que ¡hasta las muertes son fuera de plano! Bueno, y luego está el mismísimo Lucifer, en su personación más patética, una marioneta de tamaño humano que hay que ver para creer. Como el presupuesto además se debió terminar a mitad de película y tenían que despachar la casa rural antes de que pasase el alquiler del fin de semana, el resto lo apañan con los mismos actores poseídos por demonios o sabe dios qué.

Los números musicales se van sucediendo con las escenas de sexo de todas y cada una de las parejas, que dicho sea de paso, se alargan de cojones, casi duran tanto como los números musicales… De estirar metraje, al menos podían repetir el estribillo de la canción de nuevo y listo, que tampoco sale mucha teta, y puestos a ver escenas de folleteo con poca teta, mejor algo más rock. Poco a poco, los protas van siendo poseídos por los demonios, que tampoco es que luego hagan mucho, salvo actuar de forma extraña mientras hacen vida en la casa… o simplemente desaparecer de la película. A todo esto, obviamente están aislados del mundo en la casa, alguno de los poseídos se ha llevado el coche, y cualquier sitio donde se pueda pedir ayuda está muy lejos. Eso sí, cada vez que sale un plano nocturno de la casa (y eso es muy a menudo), se ven los focos de los coches que circulan por la carretera a escasos 500m… es mucho andar para salvar la vida, yo paso.

Las distintas escenas que se suceden son olvidables y para qué negarlo, muchas -quitando la rebosante cutrez- son aburridas. A destacar una en la que unas groupies llegan a la casa en busca de sus héroes, y el manager se pone todo baboso diciéndoles que allí sólo pueden estar para abrirse de piernas y drogarse con las estrellas. Obviamente las chicas se asustan y deciden largarse de allí, pero el manager (poseido) les dice que pasen para el sótano, y allí se meten sin rechistar… No se vuelve a saber nada de ellas en toda la película.

Y pensarán ustedes: «Pues vaya mierda de película de mierda», pues no, la espera merece la pena, porque el final es la cosa más jodidamente épica que hemos visto en mucho tiempo. Solamente queda el prota vivo, y se dirige al granero a escribir una canción, Lucifer se impersona en forma de marioneta, diciéndole que tiene las almas de todos sus amigos… pero NO, el prota es «el intercesor», una especie de arcángel que va a combatir contra satán, y sus amiguetes eran todo ilusiones para engañar el señor del infierno (pues si eran ilusiones, BIEN QUE TE RECREASTE EN TU ESCENA DE SEXO EN LA DUCHA, ¡espabiladillo!). El intercesor se carda el pelo hasta límites insospechados y se pone unos calzones de cuero y tachuelas… mírenlo (o no) ustedes mismos a continuación, no tiene desperdicio. ¡Hasta la próxima!

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