Oh my god! Una adaptación de un cómic, y puesta en manos de ni más ni menos que Jim Wynorsky (al que recordaremos por cosas como «Ghoulies IV«, o «El Comehuesos«… Vamos, una mierdaza de categoría garantizada. «Ella» es una vampiresa del espacio exterior que viene al planeta Tierra detrás de los conspiradores que mataron a su padre en el planeta Draculón (juas), y para hacerlo ha decidido cambiarse el nombre a Vampirella y enfundarse en un sugerente traje de vinilo rojo… y aquí es donde ya empezamos a fallar en cosas fundamentales. Vampirella lleva el susodicho vinilo porque tiene una buenas tetorras, pero la actriz que han elegido para el menester tiene escasa pechonalidad, lo cual es una paradoja, porque si por algo se caracteriza el Sr. Winorsky es por poner a unas tías con unas tetas como carretas en sus mierdículas. Empezamos mal, empezamos mal de cojones.
En la escena inicial, podemos ver cómo es la vida en el planeta Draculón, un planeta supermoderno y superfuturista adecuadamente rodado en un set cutre y un centro comercial. Unos rebeldes entran como perico por su casa en la sala del superconsejo de sabios y mandamases del planeta y los matan a todos sin problema. Escapan al planeta tierra y deciden refugiarse allí… valiente mierda de golpe de estado. Vampirella se deja a su suerte en una cápsula que terminan encontrando unos astronautas y traen a nuestro planeta, segun parece, en 1996 el hecho de encontrar vida extraterrestre no era motivo de revuelo, con lo que nuestra heroína llega sin problemas al planeta, y para escapar desapercibida se transforma en murciélago… Sí, los vampiros del espacio exterior se pueden transformar en murciélagos, eso sí, con unos defectos especiales que dignifican (y mucho) a cualquier excremento existente de The Asylum.

Una situación tan convincente como las comparecencias de Rajoy
Su primera acción heroica consiste en salvar a un frikazo, que por alguna extraña razón camina de noche por el típico callejón oscuro con niebla cargando con un PC de sobremesa, pero no uno cualquiera, un trasto de monitor de fósforo verde de los años 80. Como era de esperar, dos matones se disponen a atracar al chaval, pero son dos matones con mollera, y le dan una colleja al chaval reprochándole que con esa mierda de pc no van a poder ver los gráficos. Entonces comienza la acción, ¿acción? Vampirella se pone a hablar como si fuese un diccionario, definiendo todas y cada una de las palabras que sueltan los presentes… pero les da una paliza, y se va a la casa del friki. El friki se presenta, le ofrece ayuda con lo que necesita usando Netscape 1.0, y se queda el idilio en el aire… porque en toda la película nadie se vuelve a acordar del personaje que nos acaban de presentar.
Las circunstancias llevan a Vampirella a asociarse con un grupo paramilitar secreto que se dedica a cazar vampiros, que puestos a abusar de clichés… lo llevan los descendientes de un tal Van Helsing, cazador de vampiros desde tiempos inmemoriables… que desafortunadamente en esta ocasión no está interpretado por Caspas Van Diem. Asimismo, los vampiros fugados andan conspirando por ahí adelante, incluso de día si hace falta… ¿cómo? Embutidos de cuerpo entero en un vinilo negro y gafas de sol, completamente despollante.

Preferiría no salir de día antes que tener que llevar eso puesto
La trama general se sitúa en torno a unas escenas de acción inconexas, un número musical completamente prescindible, y el hecho de que los vampiros quieren lanzar unos satélites a la atmósfera con los que conseguirán tapar el sol para siempre. Como vampiros serán más fuertes y físicamente capaces que los humanos, pero lo que sí son es completamente retrasados, cuando no haya sol y muera toda la vida del planeta, a ver a quien cojones le van a chupar la sangre. Además consiguen capturar a Van Helsin y a Vampirella, para meter el topicazo en que le pide por favor que le chupe la sangre para que no entre en frenesí.
Luego de que escapen los buenos de la celda, se desencadena una batalla absurda y sin ningún tipo de organización entre una escuadrón de SWATs y los mercenarios de los vampiros. Y si bien lo que es la escena en sí está dirigida como el puto culo, para más inri el escenario es un descarado reciclaje de un set de una ciudad del oeste… y como estamos hablando de Jim Winorsky, seguro que fueron allí a rodar de noche sin pedir permiso aprovechando que no había nadie. Para la batalla final, Vampirella y el malo se trasladan volando en su forma de murciélago hasta una central hidroeléctrica (pasillos y tuberías, requisito imprescindible en toda película de mierda). La pelea es un wrestling absolutamente patético, en el que el malo muere de la forma más patética posible, LE CAE UN PUTO RAYO ENCIMA, queda envuelto en llamas (un especialista ardiendo, otro requisito para cualquier mierdícula que se precie) y se cae al precipicio… y antes de que podamos asimilar el absurdo espectáculo que acabamos de presenciar, nos cascan los títulos de crédito. FIN.