«Estamos en el mañana después de mañana. La Tierra ha sido contaminada y devastada por las guerras de los robots y es casi un desierto. El hombre se ido a vivir a la Luna y blablalbalblalba…». Esta es la intro narrada que precede a esta nueva odisea ciencia-cutricción, que obviamente va a acompañada del obligatorio texto haciendo scroll de abajo hacia arriba… Vamos, que ya sabemos qué podemos esperar de ella (no sables láser no, el presupuesto no les daba para tal alarde de efectos especiales). (Leer más…)
Vamos, que el hombre vive en la Luna, y depende de una droga escasa que se mina en un planeta que está a tomar por culo para sobrevivir a la radiación de ¿la Luna?. Pero vamos a ver, suponiendo que sea donde sea hace falta esa droga, teniendo la tecnología necesaria para hacer habitable la Luna, ¿no sería más fácil irse a vivir al planeta donde se extrae el puto Radic-Q2?, pedazo de anormales?. Pero no, tenían que irse a vivir a la Luna (donde aparentemente hay amplios mares), y fundar «Nuevo Washington». Afortunadamente, esta vez los escenarios en los que se desarrollan las escenas de la Luna, no son lo que parece un centro comercial vanguardista, como en tantas otras cintas del género.
La comidilla de politiqueo de la época en que transcurre la película, es el debate entre realizar el desarme o no. No obstante, el científico jefe sigue en su empeño por desarrollar el «Rayo de Estrella» (*guiño* *guiño*), que sí, que están fusilando a Star Wars… pero solamente es una nave espacial muy vanguardista, así que no se me exalten. El debate se caldeará en cosa de 3 minutos, cuando una nave de transporte vacía, pilotada por un robot kamikaze (entiéndase por robot a un altavoz grande disfrazado de robot), se estrelle contra Nuevo Washington.
Y ahí tenemos a nuestros héroes, en la sala de mando o la mierda que sea, ahí todos motivados con sus monitores de fósforo verde, walkie-talkies de última tecnología, y desplazándose en cochecitos de golf tuneados. En Nuevo Washington todas las decisiones, consultas y demás tienen que pasar por un superordenador que se llama Lomax. Eso sí, cuando las cosas se apuran como en este caso, basta con decirle a Lomax que se deje de tonterías para que se salte todos los protocolos. También emplearán todo tipo de terminología absurda para designar todo tipo de tecnología más absurda todavía, como por ejemplo la «impulsión retroactiva de cobalto». No obstante, son tan inútiles que no consiguen hacer nada por evitar que la nave se estrelle contra Nuevo Washington… Normal, normal, porque ante la inminencia del choque no se les ocurre otra cosa que mirar para el techo, incluso cuando el técnico de cámara la está agitando para simular la sacudida del impacto de la nave, ellos siguen mirando para el techo como anormales.

-«Lomax, ¿seguro que no hacer NADA respecto a la nave kamikaze es buena idea?»
-¿Y a mi qué me cuentas? Solamente soy una pelota con luces.
Los técnicos del equipo de rescate se visten con un traje de papel de aluminio y unas escafandras de plástico transparente, y una especie de naves regeneran la cúpula de atmósfera en cuestión de segundos… parece que lo de la nave no ha sido para tanto. La nave era un ataque terrorista al más puro estilo 11-S, perpetrado por un pirado que se ha apoderado del planeta de donde se extrae la droga con su ejército de robots, y pretende chantajear a la humanidad ofreciéndoles el suministro de fármacos antirradiación si lo aceptan como su nuevo dictador líder. De los escombros de la nave rescatan a la lata de conservas con brazos que la pilotaba y la reparan… el robot no pierde el tiempo y se pone a ligar con la prota ipso facto. El robot es bautizado como «chispas», y será el encargado de meter con calzador gags de humor estúpido durante toda la película.

No, no es un reproductor de CD de sobremesa de 1ª generación, es Chispas
Como nadie está dispuesto a hacer nada para remediar la situación, nuestros héroes junto al doctor chiflado que creó la supernave, deciden robarla y escapar con ella para ir al planeta de la droga y solucionar ellos mismos la situación. La pasividad en Nuevo Washington es tal, que ni siquiera el superordenador central Lomax hace algo por detener semejante acto criminal. Pero la nave no está completa al 100%, y necesita una reparación urgente si quieren que les aguante hasta el destino, por lo que deciden hacer una parada en boxes en el planeta Tierra (que ahora supuestamente es un páramo desolado) junto a un colega. La Tierra aparentemente sigue igual que siempre, pero el colega está muerto, y se dejó la luz encendida… que se prepare cuando le llegue la factura. Nuestros protas son acechados por niños que van vestidos con una redes miméticas, y que han estado sobreviviendo en la Tierra y a la radiación desde la guerra… Vamos a ver, si la guerra que desoló la Tierra fue hace siete años según estos energúmenos… ¡Cómo cojones van a haber sobrevivido unos niños que cuando sucedió todo todavía eran fetos! ¡En qué estaba pensando el sinvergüenza que escribió el guión! Pero esto no se queda ahí, dejan a los niños en la Tierra, y para más inri… se van sin reparar la nave.
Mientras tanto, en el planeta de la droga, los rebeldes que han sobrevivido al golpe de estado, están entrenando a la entrada de una cueva… precisamente la cueva que lleva a la guarida del malo, muy buenos en esto de esconderse no son, no. Así, de repente, postulan que ya «»están preparados»» y se meten en la cueva. -Inciso: UN MOMENTO! STOP! Están entrenando, al aire libre, en el planeta de la droga… Si la atmósfera de ese planeta es 100% viable para la vida humana… ¿¡QUÉ COJONES PINTAN MONTANDO CÚPULAS DE BIOSFERA EN LA PUTA LUNA!? ¿¡QUÉ ESPECIE DE RETRASO MENTAL LES IMPIDE IRSE A VIVIR AL PLANETA PERFECTO!? Siendo los 70s… el guionista estaría puesto de cigarritos de la risa, mejor explicación no hay-. El plan de los rebeldes es llegar al despacho del malo y llamar por su teléfono para pedir ayuda. Entonces es cuando esta película saca el pedigree de peli mala de serie B: de la cueva pasan a unos pasillos con tuberías, y de los pasillos con tuberías… ¡a una central hidroeléctrica! Si es que toda película mala que se precie, debe tener estos dos elementos para consagrarse (y esta tiene los dos). Es más, en los 80 y los 90, hubiese sido un gran negocio comprar una hidroeléctrica abandonada para alquilarla como escenario para películas de mierda. Volviendo a la mierdícula, como la seguridad en la torre del malo es nula, consiguen colarse y hacer la llamada, pero a la vuelta se desarrolla un patético combate entre los rebeldes y los cubos de basura con patas robots del malo… que los robots no es que disparen ni hagan nada especial, simplemente son más torpes que un zombie e intentan aporrearte con las tuberías que tienen por brazos, pero a los retrasados de los rebeldes estos, la cabeza no les da ni para correr escapando de ellos.

Escena de violencia gratuita contra unas cafeteras con patas
Entre tanto, para amenizar el viaje en el «Rayo de Estrella», el doctor chiflado sigue filosofando (sí, porque en todas las escenas de la nave nos cascan 2-3 minutos del doctor escupiendo filosofía barata). Todo ello obviando el detalle de que NO habían reparado la nave y teóricamente no podrán llegar a su destino. Pero, de repente, se ralentiza el tiempo, la imagen se empieza a hacer de colores, y los protas comienza a realizar unos movimientos dignos de algún tipo de ballet postmoderno/trasnochado durante los 2 minutos más largos de la historia del cine. Cuando termina el delirio setentero, sentencian diciendo que habrá sido una «zona de dilación temporal», y a tomar por culo. Ah claro, y de paso ya han llegado mágicamente a su destino. También advierten que una nueva nave de transporte suicida, se dirige hacia la Luna, pero pasan de ella, y tampoco avisan a casa de tal hecho. Deléitense con la escena de la «zona de dilación temporal»:
Aterrizan en el planeta del malo, y se encuentran con los rebeldes, que se conocen todos eh? aquí todo queda en familia… Tras una patéticas escenas de los robots persiguiendo a los buenos en campo abierto (vamos, imposible que los alcancen en la puta vida), y otras tantas y también patéticas escenas de lucha contra los robots. El malo se aparece en forma de holograma en el cielo e invita al doctor chiflado a su casa para renegociar lo de su dictadura liderazgo y mostrarle los avances que ha hecho desde que fue su pupilo, ¡vaya giro de guión! ¡la rehostia! Como no accede a sus peticiones, enciende un aparato que tiene, que emite un ruido estridente y dañino (es decir, dubstep), y con ello mata al científico bueno. El malo, para protegerse del dubstep ruido asesino, se pone un casco cutre hecho con metacrilato que debe de pesar un quintal. Su plan ahora es usar la nave Rayo de Estrella para ir a la Luna y liderarla… Vamos a ver, ¿llegas a la luna en una nave chachi y ya eres su líder? Es como si llego yo a la cámara de los diputados en un Bugatti Veryon y me aceptan como presidente…

«Rayo de Estrella» … Cualquier parecido con la Enterprise es mera coincidencia
Cuando el resto de bueno llegan donde el malo y parece que todo está perdido, nuestro querido robot chispas, va y reprograma a todos los robots del malo en un periquete porque, al parecer, hablan el mismo idioma. Por supuesto, el malo acciona la cuenta atrás para la total destrucción del planeta, lo que implica que tenemos que aguantar unos laaargos minutos con imágenes de la National Geographic de volcanes, lava y demás… Amén de las maquetas desmoronándose. Los buenos escapan, y además se llevan con ellos las naves de suministro de Radic-Q2 bien cargaditas, y todos felices. Esto conlleva una serie de cuestiones:
- El planeta donde obtienen la droga que permite a la humanidad sobrevivir ha explotado, ¿a nadie le preocupa?
- La segunda nave suicida está camino de la Luna, y visto lo que pasó con la primera… ¿a nadie le preocupa?
- Los protas deciden llevar las drogas a los niños de la Tierra, a la Luna que le jodan… ¡Ole sus huevos!
- Aunque el científico bueno ha muerto, se sigue oyendo su voz en off filosofando y dando por saco… ¡Eso sí me preocupa!
Enhorabuena a todo el equipo de la película, se han esforzado duro por pillar, sodomizar, y partir en ocho una obra del legendario H.G. Wells… estaréis satisfechos, hijos de puta.